Esta impresionante el tema en Usa pagan desde 25 000 a 40 000 dolares a la persona que presta su vientre para una pareja infertil se a bueno un negocio lo que antes era algo natural como tener un bebe en gestacion por metodos naturales ahora lo hacen por otros metodos simplemente muy interesante el tema
Copio y pego de otra web
dia se ha convertido en un paraíso para las parejas infértiles: Desde
2002 ese país asiático permite el alquiler de vientres, el negocio de
las madres subrogadas. En un país donde la mayoría de la población
sobrevive con menos de dos dólares diarios, una oferta de 5 mil euros es
muy tentadora. Muchas mujeres de clase baja la aceptan, aunque por el
exceso de “trabajo” pongan en riesgo su salud y su vida, y la de los
bebés que gestan.
NUEVA DELHI (Proceso).- Mientras la india Nisha
daba a luz, el matrimonio australiano de Greg y Vicky esperaba nervioso
en un hospital de Nueva Delhi.
No era para menos: en la sala de
partos contigua nacían del vientre de la joven india las gemelas Isabela
y Tamara. Los primeros hijos del matrimonio australiano.
Greg y
Vicky contrataron a Nisha para que engendrara al hijo que ellos no
pueden concebir. Su caso es relativamente común en India: mujeres se
convierten en madres alquiladas por matrimonios extranjeros. “Vengan
como una pareja y váyanse como una familia”, es el eslogan de muchas de
las clínicas indias.
Hospitales modernos, una legislación laxa y
precios sin competencia permiten a mujeres de todo el mundo con
problemas de fertilidad, a hombres solteros y a homosexuales alcanzar el
sueño de ser padres en la conservadora India.
“Además existe un
gran número de mujeres dispuestas a prestar su vientre a cambio de una
remuneración”, explica la doctora Shivani Sahdev, directora de la
clínica Surrogacy Center India de Nueva Delhi. El proceso cuesta unos 20
mil euros, cuatro veces menos que en Estados Unidos, otro país donde
esta práctica es legal. Las madres de alquiler reciben alrededor de 5
mil euros, una fortuna en un país donde 80% de la población vive con dos
dólares al día.
“Con el dinero compraré una casa y lo que sobre
será para la educación de mis hijos”, afirma Sarita, que espera al bebé
de otro matrimonio australiano. “Tengo muy claro que el niño que llevo
en mi vientre no es mío. Espero que no me cueste separarme de él”, dice
esta mujer de 30 años, divorciada y madre de dos hijos propios de seis y
siete años. Originaria de Darjeeling, Bengala, Sarita gana unos 30
euros mensuales en una plantación de té.
Las madres de alquiler
deben tener entre 21 y 35 años, estar casadas y tener al menos un hijo
propio para confirmar que pueden concebir. Proceden de la clase media
baja o baja; es decir que necesitan dinero. Son mujeres tradicionales:
no fuman, no toman alcohol ni se drogan. Eso garantiza la salud del
niño. Y llegan hasta las clínicas a través de agencias especializadas en
la búsqueda de vientres de alquiler.
“Ponemos anuncios en los
diarios pero la principal vía es el boca a boca, por referencias de
otras mujeres”, explica Saurabh Kumar, quien gestiona una agencia con
140 mujeres embarazadas en siete clínicas.
Negocio al alza
Greg
y Vicky sonríen de oreja a oreja. En sus brazos tienen a la diminuta
Tamara y en el hospital les espera su gemela Isabela, que permanece
ingresada. “Pensé que nunca tendríamos hijos”, afirma Greg, de 40 años.
Su mujer, de 51, no puede concebir. Ahora tiene gemelas con rasgos
indios.
Nueve meses antes Greg viajó solo a la India. En una
clínica de Nueva Delhi donó esperma y volvió a su país. Podría haberse
ahorrado el largo viaje: Ahora es posible enviar el esperma por
mensajería desde cualquier parte del mundo.
Con el óvulo de una
mujer india la clínica realizó la fecundación in vitro y el embrión
resultante se le inseminó a Nisha. Es la opción preferida por los
extranjeros, ya que el óvulo indio es más barato que el caucásico.
Durante los meses siguientes el matrimonio australiano recibió por
correo electrónico los informes médicos de la evolución del embarazo de
Nisha. A los ocho meses se subieron a un avión. Las niñas serían
sietemesinas. Greg y Vicky prefirieron no conocer a la madre de
alquiler.
Más y más niños tendrán rasgos indios en occidente. Tras
la transferencia de los centros de llamadas y los servicios
informáticos a India, el mundo en desarrollo comienza a llevar los
servicios de fertilidad y madres subrogadas al país asiático. La clínica
Surrogacy Center India tiene 120 madres de alquiler embarazadas, 85% de
ellas para extranjeros. En la clínica Akanksha de Gujarat nacen unos
110 niños al año y en el hospital Rotunda de Bombay aseguran que en 2011
nacieron 200.
La maternidad subrogada es legal en el país
asiático desde 2002, pero no hay una legislación ni un organismo que la
regule. Aun sin datos fiables se estima que 500 clínicas forman parte de
un negocio que mueve entre 250 y 400 millones de euros al año, según la
prensa india. Y se desconoce el número de niños nacidos en este
contexto.
Al mismo ritmo que crece la industria aumentan las
críticas ante un negocio moralmente ambiguo. “Las mujeres no tienen
poder de negociación y la falta de regulación lleva a que apenas reciban
apoyo legal. Esto facilita su posible explotación”, explica N. B.
Sarojini, directora del Grupo de Recursos para la Mujer y Salud de Nueva
Delhi.
Otros críticos señalan la falta de consideración por la
salud de las madres subrogadas. “La salud de la mujer no es la
prioridad”, afirma Kamayani Bali Mahabal, abogada y activista
especializada en los derechos de la mujer. “Los médicos en la India
implantan hasta seis embriones mientras que en otros países el límite es
tres.
Esto provoca múltiples fetos y puede crear serios problemas, como
el nacimiento de bebés muertos e incluso la muerte de la madre”,
continúa la activista.
En muchos casos las madres de alquiler
deben ingresar a departamentos o centros donde controlan su salud y se
aseguran de que no mantengan relaciones sexuales. Es el caso de Saroj,
que con 31 años espera gemelos para un matrimonio canadiense. El
departamento que comparte en Nueva Delhi con otra madre de alquiler es
pequeño, con dos habitaciones. Está ordenado y limpio. La clínica paga
el departamento y una asistente que cocina y limpia. Y se permite que
sus hijos vivan con ellas. “Sólo tenemos que esperar los nueve meses”,
afirma Saroj.
Eso sí, no disponen de libertad absoluta. “En
principio no se les permite salir solas. Pero cada mañana pasean 30
minutos y hacen muchas visitas a la clínica”, explica Jai Singh,
responsable de estos departamentos. Algunas madres subrogadas prefieren
el anonimato que estas casas les proporcionan, evitando así que en su
comunidad se conozca el embarazo.
Sin embargo la falta de libertad
y en algunos casos el hacinamiento –hasta 15 mujeres en una casa de dos
habitaciones– reportados por la prensa local han levantado críticas.
Apátridas
El
gobierno indio prepara una legislación que impondrá restricciones al
sector. El borrador de la ley que se encuentra en el Parlamento desde
2010 prevé la creación de un organismo que se ocupará de la búsqueda de
las madres, limitará a tres el número de embriones a implantar, a cinco
el número de partos –contando con los hijos propios de la madre
subrogada– y establecerá la obligatoriedad de un seguro médico para la
madre. Y sobre todo se exigirá a los futuros padres un certificado que
garantice que el bebé obtendrá su nacionalidad, el mayor escollo con el
que chocan los extranjeros que buscan un hijo en la India.
Cayetana
fue una apátrida durante 50 días. Ciudadana de ningún país, sin
pasaporte ni permiso de viaje. En su acta de nacimiento consta que es
hija de Juan González, ciudadano español, y Elsa Saint Girons,
hispano-argentina. Pero durante casi dos meses la pequeña no fue
española ni argentina. Tampoco india, aunque nació en este país y fue
concebida en el vientre de una madre india, subrogada, en Nueva Delhi.
India
no concede la nacionalidad a los niños nacidos de madres subrogadas.
Aunque el padre es español, España le negó la nacionalidad porque en el
acta de nacimiento de Cayetana constaba Elsa como su madre. Según la ley
española, la madre es la mujer que concibe en su vientre al bebé, es
decir que la madre de alquiler debía aparecer en la partida de
nacimiento.
Inicialmente Argentina rechazó darle un pasaporte a
la niña dado que la maternidad subrogada no está prevista en su
legislación. Finalmente el gobierno argentino naturalizó a Cayetana en
julio tras la sentencia de un tribunal. “Los derechos de un niño están
por encima de cualquier otro concepto”, sentenció el juez. El pasaporte
argentino permitió a Juan y Elsa regresar a España, donde residen, con
su hija.
Países como Alemania, Francia, Italia, Japón o Israel
prohíben la subrogación y no conceden la nacionalidad a los niños
nacidos a través de esta práctica. Ciudadanos de estas naciones se han
encontrado con problemas a la hora de conseguir la nacionalidad. España,
donde está prohibida la maternidad subrogada, naturaliza a los bebés
cuando en el acta de nacimiento consta un padre español –donante de
esperma– y la madre de alquiler india. Fuentes de la embajada de México
en India afirman que no se han dados casos de este tipo que impliquen a
ciudadanos mexicanos. Al menos en los últimos tres años.
En una
clínica de Delhi un matrimonio canadiense –país que sí concede la
nacionalidad– está a punto de empezar el proceso. “Elegimos India porque
es más barato que Estados Unidos. Además, preferimos dejar nuestro
dinero aquí”, señala John.
Hoy les enseñarán un catálogo de
posibles madres subrogadas con fotografías, análisis médicos y
psicológicos. Usarán su propio esperma y óvulos: el niño será totalmente
suyo. Ninguna duda moral cruza su mente. “Nosotros tenemos un problema
que es que no podemos tener hijos. Ellas tienen un problema de dinero.
No creemos que sea explotación”, afirma el joven canadiense.
Aprovecharán para hacer turismo por India y visitar el Taj Mahal. Pero
antes elegirán un vientre para su hijo.
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